2020 será recordado como un año en el que gran parte de la sociedad tuvo la amarga necesidad de recluirse, aislarse y contar los largos segundos de su estadía en el hogar. Por si fuera poco, las normas sociales cambiaron y lo que nos era permitido y "normal" se hacía cada vez más difuso. La interacción humana se volvió limitada, los abrazos se convirtieron en un lujo y las mascarillas se convirtieron en una parte esencial de nuestro atuendo diario.
En medio de aquel panorama, realicé un viaje a Yucatán, México, donde logré capturar la serie fotográfica "El Paraíso de los Canes" que retrata a una peculiar manada de perros que habitaban en las costas de Progreso, sobre la arena cálida y dorada. Ellos habían encontrado un hogar entre la ciudad y el mar, un espacio al que ninguna persona tenía permitido entrar. Encontraron el pedazo de libertad que nosotros habíamos perdido. Los vigilados, los desplazados, los vetados de ese paraíso éramos nosotros.
Mientras nosotros luchábamos por adaptarnos a una nueva realidad, ellos se adaptaron instintivamente y encontraron un refugio en la naturaleza.